Pinto un corazón verde

Esta mañana escuchando la radio, no he podido dejar de emocionarme con el testimonio de un sanitario.
Contaba, entre lágrimas, como han pasado lo peor de la pandemia, como siguen pasándola y como será la cosa si esto no mejora.
Ha contado su caso particular y el de sus compañeros, casos que se repiten a lo largo de todo el país y lo más preocupante, no parece que tenga una solución ni a corto ni a largo plazo.

Llevamos años oyendo que se recorta en la sanidad pública, que se están engordando los bolsillos de la sanidad privada. Bien, pues esto es cierto.
Está claro que se sigue financiando la privada. Aunque según muchas comunidades autónomas, se suben los presupuestos, la verdad es que esos datos son engañosos. Hay que profundizar para darse cuenta de que es falso, insuficiente, o lo que es peor, se usa para derivaciones. 
¿Qué quiere decir esto? ¡Fácil! Te atendemos desde la pública, pero cuando hay que derivarte a un especialista o hay que hacerte alguna prueba, te enviamos a una clínica privada u hospital de titularidad privada. De esta manera, aunque sea desde tu centro de salud público, al final la factura la cobra un centro de titularidad privada.
Luego está la locura de las titularidades público-privadas, es decir, el centro es público, pero lo gestiona alguna empresa o entramado privado.
Aunque mi favorita estos días es la de como necesitamos más camas, cedo unos terrenos a una empresa privada para construir un hospital (que será de titularidad público-privada). Claro que si leemos la letra pequeña nos ponemos a temblar, sobre todo cuando todos sabemos que no es necesario ese gasto, sólo hay que abrir las plantas de los hospitales públicos que siguen cerradas. O lo que hay que hacer es contratar a más sanitarios para poder aprovechar al máximo lo que tenemos y dejar de malgastar el dinero en pruebas derivadas a centros privados. O que hay que dejar de externalizar servicios esenciales y sensibles como la limpieza, los laboratorios, el catering...pero vamos, que quién soy yo para quejarme de esto, si no soy ni sanitaria ni nada.
En resumen siempre son los mismos, sí, repito, los mismos, los que se llevan las facturas de la sanidad pública. 

Mientras, nuestros sanitarios hacen turnos imposibles, están mal pagados, poco o nada protegidos. 
Estos últimos meses han sido nuestros héroes, pero que pronto se nos olvida, y lo que es peor, se nos olvida cuando tenemos que ejercer nuestro derecho a voto o exigir a los políticos de turno que hay que blindar la sanidad pública.
Y digo blindar porque aunque no queramos creerlo, la inmensa mayoría de nosotros no podría pagarse un tratamiento si nuestro sistema sanitario fuera privado. Si no que se lo cuenten a la población estadounidense.
Ya sé que muchos se sienten protegidos porque tienen unos ahorros en el banco, pero eso no significa que, con esos ahorros, fueran capaces de hacer frente a las facturas sanitarias.
Muchos son capaces de pagar consultas, recetas (aunque este es otro tema. Como nos gusta ir a la consulta del médico de turno y luego pasar esa misma receta por la pública), pero a la hora de la verdad, pocos son los que pueden pagarse un tratamiento crónico, una operación, una larga estancia en un centro hospitalario...
Somos muchos los que debemos estar agradecidos a los sanitarios. Y cuando digo "sanitarios", no sólo me refiero a médicos y enfermeros. Me refiero a todas aquellas personas que trabajan para y por nosotros dentro del complicado sistema de la sanidad pública. Todos ellos forman un engranaje que tiene que estar perfectamente engrasado. Deben contar con las herramientas necesarias para poder hacer su trabajo en las condiciones adecuadas.

Yo estoy muy agradecida, porque aunque entiendo que es su trabajo, doy gracias porque, gracias a todos ellos pude conocer a mi madre. Gracias a ellos mis hijas pueden disfrutar de su madre. Gracias a ellos puedo disfrutar de una tía muy especial. Gracias a ellos una de las personas más importantes en mi vida puede seguir con su vida normal...
Y esto sólo soy yo, alguien anónimo e insignificante, dando las gracias a los sanitarios públicos de este país.
¡Y espero que así sea por muchos años!



Nota: Perdón si ofendo a alguien por usar sólo el masculino, en lugar de los géneros masculino y femenino. Simplemente generalizaba.



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